7. DIAGNÓSTICO FINAL: pielonefritis enfisematosa (PNE) aguda izquierda.
8. DISCUSIÓN:
Ecografía abdominal. El estado del paciente nos sugiere que se trata de una infección posiblemente renal, por el dolor abdominal y la oliguria. Por tanto, lo primero que se debe hacer es una ecografía. Esta es la técnica de primera elección debido a su rapidez, seguridad y capacidad de descartar patologías renales muy variadas como obstrucciones, hidronefrosis o infecciones. En este caso, vemos el riñón izquierdo con imágenes lineales hiperecogénicas con sombra acústica posterior sospechosas de gas intrarrenal, que nos orienta hacia una infección renal grave provocada por bacterias productoras de gas.
TC sin contraste. Se realizará con urgencia como herramienta de segunda elección con el objetivo de confirmar y evaluar detalladamente la presencia de gas intrarrenal de forma rápida. Además, ayuda a la visualización de la extensión de la infección y descarta otras complicaciones graves como abscesos renales, fístulas urinarias u obstrucción renal que se pueden no haber apreciado en la ecografía. La imagen obtenida nos permite confirmar la presencia de gas en el riñón izquierdo por bacterias productoras de gas.
Desde un principio podíamos sospechar de una infección renal por la sintomatología del paciente y los resultados de laboratorio obtenidos en urgencias. Además, su historia clínica nos orienta a que puede deberse a una complicación por DM II mal controlada. Esto coincide con la pielonefritis enfisematosa (PNE), cuya incidencia es mayor en pacientes con diabetes mal controlada (95% de los casos de PNE tienen diabetes mal controlada previa).
La PNE es una infección aguda necrosante poco frecuente pero muy grave del parénquima renal, que se caracteriza por la presencia de gas en el riñón. Se asocia con alta morbimortalidad, por lo que su diagnóstico y tratamiento tempranos son fundamentales.
En este caso, el mal control glucémico y la disfunción inmunitaria secundaria a la diabetes contribuyeron a la progresión de la infección. La Escherichia Coli es el patógeno causante de PNE más común, presentándose en cerca del 70% de los casos.
El tratamiento consiste en el uso de antibióticos de amplio espectro, control metabólico y derivación del sistema urinario. En casos graves, se suele realizar una nefrectomía con el objetivo de controlar la sepsis, tal y como se hizo en este caso al no dar respuesta al drenaje. Esto consiguió una mejoría temporal. No obstante, el tratamiento no suele ser efectivo en etapas avanzadas, resaltando la importancia del diagnóstico precoz y el control adecuado de las enfermedades subyacentes para evitar complicaciones.